El extremo vuelve al Barça con la misma velocidad de siempre, con mayor potencia en sus piernas y brazos y una experiencia en Inglaterra que le puede ayudar a ser útil en el club de su vida
Después de un paréntesis de cinco años y medio en la Premier, Adama vuelve a jugar con un idioma Barça que conoce a la perfección gracias a sus 11 años de formación en los equipos inferiores del Club. Adama es un extremo puro, educado en un modelo que ahora es el estilo que Xavi Hernández defiende como entrenador azulgrana.
El 7 de junio de 2015 jugó su último partido con el Barça B. Derrota por 2-0 en el campo del Recreativo en un partido triste, ya que ambos equipos habían descendido de forma matemática a Segunda B. El partido pasa sin pena ni gloria pero Adama firma una actuación más que notable sumando diez regates, cinco ocasiones creadas y una facilidad para desequilibrar de forma individual increíble.
Él no sabía que iba a ser su último partido, pero lo jugó como si lo fuera. Dos meses después se hacía oficial la venta de Adama al Aston Villa inglés. El Barça se aseguraba 10 millones de euros y otros dos en variables, al margen de una opción de recompra que nunca se llegaría a ejecutar. La competencia en la delantera del primer equipo con el tridente Messi, Suárez, Neymar no dejaba sitio al joven Adama, que, con 19 años, iniciaba una nueva aventura en Inglaterra.
Adama dejaba atrás 11 años de formación en el Barça, donde había pasado por todas las categorías del Club desde el Benjamín B hasta el primer equipo. La Flecha de L’Hospitalet dejaba el club de su vida con la esperanza de poder volver algún día, algo que ya es una realidad. El bagaje de once años de formación en La Masia puede ser muy útil para el extremo catalán de origen maliense.
Los inicios en el fútbol 7
Adama Traoré inicia su andadura en el fútbol base del Barça en la temporada 2004/05. Jordi Condom es el entrenador de aquel Benjamín B, que era el equipo más pequeño de toda la cantera azulgrana. Jordi Condom había sido un jugador rápido y con buen centro y se convirtió en el primer maestro del jovencísimo Adama, que ya con ocho años destacaba por unas condiciones físicas innatas. En el fútbol 7 los equipos del Barça siempre juegan con el mismo sistema 1-3-2-1, un portero, tres defensas con un central y dos laterales, dos centrocampistas y un delantero. En estas edades los chicos acostumbran a jugar en diferentes posiciones hasta que poco a poco van definiendo su rol, pero Adama enseguida se especializó en la posición de carrilero derecho, desde donde conducía por toda la banda regateando y superando a rivales por pura velocidad. Los rivales se veían incapaces de superar a un jugador que no se cansaba una y otra vez de subir y bajar por la banda y regalar asistencias al delantero centro Marc Gual.
El salto al fútbol 11
A Adama, y también al resto de sus compañeros, les costó mucho el salto del fútbol siete al fútbol 11 que se daba en alevines, pero la suerte que tuvieron es que se encontraron con un entrenador especial, Albert Puig, que recuerda que Adama “tuvo como todos dificultades para adaptarse a los nuevos tamaños del terreno de juego”, pero resalta las cualidades innatas de quien ya lucía el ‘7’ en la camiseta: “Adama era muy rápido y tuvo que aprender a acostumbrarse a la regla del fuera de juego y también a tener un punto más de pausa, ya que sus incursiones por la banda eran tan eléctricas que a menudo cuando llegaba a la línea de fondo centraba pero ningún compañero podía rematar porque no habían podido seguirle el ritmo”.
Al margen de sus cualidades futbolísticas, Adama era siempre muy querido en el vestuario por su humildad y sencillez. Era un chico tímido e incapaz de tener un conflicto con ningún compañero ni miembro del cuerpo técnico de su equipo. Los entrenadores sí que lo ayudaron a superar a veces cierta tendencia a despistarse. Franc Artiga, su entrenador en el Cadete B, relata una anécdota curiosa: “Un día íbamos en autocar a jugar un partido y al cabo de un rato vimos cómo Adama venía detrás corriendo porque se había despistado. Era tan rápido que corrió casi medio kilómetro sin perder de vista el autocar, nos reímos mucho, Adama era muy querido en el grupo”.